CRUJIENTE POR FUERA Y JUGOSA POR DENTRO, ASÍ SE PREPARA LA CROQUETA PERFECTA
Lo que antiguamente fue ideado como una manera de alargar la vida de los alimentos y reaprovechar los productos, se ha terminado convirtiendo en uno de los símbolos de nuestra cocina, cuya receta ha sido reformada y mejorada en los fogones de nuestro restaurante La Resolana.
¿Queréis descubrir nuestro secreto? El principio irrenunciable es: crujiente por fuera y cremosa por dentro.
En nuestro restaurante en Sevilla cocinamos cientos de croquetas al día. Solo en la elaboración de la bechamel empleamos 22 litros de leche, la cual removemos a mano casi una hora. Y es que para hacer una buena bechamel hay que tener mucha mano. Olvidaros de los robots de cocina, sacad músculo durante mínimo 45 minutos.
Para hacer una buena croqueta hay que trabajar como un repostero, es decir, hay que medir al milímetro las cantidades y los tiempos de preparación.
Otro elemento importantísimo a tener en cuenta es el tamaño. Los comensales deben comerse la croqueta en un solo bocado, para, de esta forma, conseguir una explosión de sabores y texturas en la boca: crujiente versus cremosidad.
En cuanto a la elaboración del relleno, lo confesamos, tenemos un as en la manga. Una de nuestras recetas lleva, por ejemplo, jamón de bellota picado muy fino para que quede prácticamente como serrín. En cuanto a la bechamel, la preparamos a partes iguales entre leche entera y crema doble, de forma que el preparado es más rico en grasa y la emulsión más fácil. Además la hacemos con poca arena y la dejamos cocer durante mucho tiempo para que las proteínas de la leche y la grasa emulsionen y la masa quede más densa. Para el rebozado, seguimos tres pasos, pan rallado, huevo y pan rallado, sin añadir arena cruda a la masa.
Y hasta aquí nuestra receta para preparar la croqueta perfecta. Os invitamos a que vengáis a probarla a nuestro restaurante en Sevilla, donde la tradición y el sabor se unen para dar lugar a una explosión de sabores que os dejarán sin palabras.